De entre todas las emociones que experimentamos como seres humanos, los celos son uno de los más incontrolables. Quién sabe de dónde sale tanta rabia, tanto miedo. La gente se acostumbra a vivir con eso, cree que es normal y simplemente se rinden ante esa emoción. Así hay parejas que pasan años, manipulándose, forzando mantenerse juntos por miedos, algunas veces temor a romper los estándares sociales.
Y la pasamos mal, pero nos forzamos a quedarnos ahí, como si no tuviéramos escapatoria, con un montón de miedos a soltar lo que nos está torturando.
Pero es que hemos llegado a puntos lamentable, sé de mujeres que no pueden vestirse de cierta manera para que sus maridos no las celen, sé de amigos que evitan que sus novias salgan con sus amigas, de esposas que no pueden tolerar que sus esposos si quiera convivan con otras mujeres.
Y lo normalizamos, controlar a nuestra pareja, intentar decidir por ellos, por sus deseos, es el pan de cada día, y toda la gente cree que eso está bien. Que por ser espos@ tiene permiso de decir a su marido que no vaya a convivir con otras personas por temor, por celos. Nada más piensen en todas las oportunidades de momentos maravillosos hemos perdido con amigos, familia o personas porque a nuestra pareja le molestaba porque suponía que de cualquiera de esas situaciones podía haber un encuentro sexual.
Y de ese terrible, inmundo temor, hicimos que nuestra pareja no fuera a tal viaje, no saliera tal noche, no acudiera a un evento donde seguramente habría aprendido cosas. Pero no, y pongan atención a ésto, a ese comportamiento de apego, celos y control es lo que llamamos AMOR.
Y la gente cree que amar es decidir por tu pareja, o dejar que tu pareja decida por ti, por tu sentir, por tu vivir.
Díganme si eso, es o no ridículo. Yo no me habría dado cuenta de todo esto si no hubiera vivido mi historia. Porque en mis relaciones era una de esas mujeres, que celaba, que controla, que tenía miedo.
Y no era cualquier tipo de celosa, yo sabía que lo mío era un problema con el que tarde o temprano tenía que lidiar nuevamente, cada que me enamoraba de alguien.
Experimentaba ansiedad; mi día era despertar e imaginar infidelidad y sufrir con el solo pensamiento, era agotador.
Y todos pueden juzgar a una persona celosa, pero solo quién ha experimentado esa emoción puede entenderlo. Yo buscaba ayuda, estaba harta, sabía que no era una emoción quería experimentar el resto de mi vida, de hecho ya no podia más, buscaba por todas partes solución, iba a terapia, comencé a hacer meditación y yoga con la esperanza algún buen día, desaparecerían.
Y pues no, lamentablemente eso no ocurre, si están leyendo este artículo esperando que yo les de una clave secreta para dejar de sentir celos, cierren esta página, porque aún no sé de un remedio que te quite esa emoción. Sin embargo, el aprender a observar las situaciones desde otro punto, ayuda bastante.
Por mucho tiempo, creí que manipular a mi pareja para que dejara de hacer cosas, era lo que debía hacer para “asegurar” nuestra relación. Fui tóxica, le pedí que dejara de hacer tantas cosas para que yo no me sintiera mal, mi pareja llegó a sentir tanta presión al tratar de no hacerme sentir celosa que dejó de ser como era, que dejó de hacer muchas cosas que deseaba hacer.
No, no estoy orgullosa de eso, me apena mucho, he tardado años para aprender a sobrellevar el hecho de que mi pareja no es mi propiedad. Que estar conmigo no le puede impedir seguir saliendo a fiestas, con amigos y amigas, que puede convivir con otra gente, solo o en grupo y que nuestro amor no se condiciona en esas situaciones.
Lo que yo decidí hacer fue algo que requería mucho valor, decidí que iba a enfrentar ese miedo tan grande que experimentaba cada vez que mi pareja se ausentaba.
Si tanto temor y rabia había en el permitirle ser y vivir, entonces decidí que justo el propio veneno era la cura.
Fui yo misma quién finalmente por el amor que sentía por mi pareja y por mí misma, me hizo pedirle que se fuera, que hiciera todo eso que yo le había limitado a hacer, que fuera todo lo que alguna vez dejó de ser por miedo a lastimarme, porque si yo realmente le amo, debo de alegrarme por su felicidad, por su crecimiento como persona y con todas las experiencias que le impliquen ser HUMANO.
Pero, ¿quieren saber a dónde se fueron los celos y ese terrible miedo que sentía de que él me cambiara por alguien más? Se esfumó.
Lo más bello de esto es que cuando yo dejé de preocuparme por lo que mi pareja estaba haciendo, comencé a enfocarme en lo que yo debía hacer, finalmente, mi atención y mi intención, pudo enfocarse en cosas útiles, mis miedos y celos, se convirtieron en ideas creativas, en grandes proyectos, en momentos maravillosos con mil personas.
Entendí que si uno enfoca su atención en uno mismo en nuestras actividades, nuestra propia vida, no tendremos tiempo para sufrir por suposiciones o historias sobre lo que está haciendo mi pareja. Uno aprende a valorar los momentos en que puede disfrutar de estar con la persona, pero a la vez, uno debe aprender a soltar a la persona, a vivir la vida, a dejarle ser al otro y permitirse SER uno mismo. Eso es lo que creo que realmente es el amor.
El amor es el deseo natural de hacer sentir bien a la persona, de alegrarte del crecimiento de la persona, de ser feliz con la felicidad del otro. Aprendamos más de eso.
Amar es alegría, es hacer sentir BIEN y dejar que nos hagan sentir bien, sean instantes o vidas enteras, amar es enseñar a los otros a crecer, con experiencias, con personas, con lugares. Limitarnos a SENTIR es bloquear a nuestras almas. El amor, es liberarlas.
Amor no es ataduras. Soltar es un camino del autentico amor. Soltar no es desatender. El amor también quiere atención. La atención también está en cuidar al otr@. El (otr@) es un complemento del desarrollo. La pareja es un camino espiritual. Espiritual no está peleado con la libertad. La libertad no es auténtica si carece de responsabilidad, de otra forma es libertinaje. La responsabilidad es una palabra compuesta que viene del latín (respons - habilis): la habilidad de respuesta. Las buenas respuestas son oportunas y no tienen mancha de falsedad. La transparencia nos hace ilesos. La transparencia es un reto grande que se construye como pilar central de la pareja. La trasparencia se basa en la confianza. La pareja evoluciona y a veces, es necesario soltarse, dejarse volar a parte. Dejarse ir también es amor. Amor no es apego. Nadie es dueño del Amor de nadie.
ResponderEliminarHay marce cuanta verdad hay en tus palabras pero el camino para enfrentar los celos es muy doloroso .lei por ahi que nosotros somos la proyeccion de las deciciones tomadas en el pasado,pero cuando tomamos deciciones tomadas desde los celos caemos por lo mas bajo que casi no nos reconocemos los momentos alegres se hacen menos frecuentes y cualquier detallido se hace una guerra dentro del hogar.
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