sábado, 17 de diciembre de 2016

Por los caminos de América hasta llegar a Europa


Esta mañana llegó a mis manos la primer copia de mi libro "Por los caminos de América hasta llegar a Europa, me gustaría escribir un poco de lo que significa esto para mí, de lo que deseo compartir en mi texto.

Comencé escribiendo este libro por el mero placer de plasmar mi sentir durante mis viajes, expresar con palabras mis sentimientos, sensaciones y reacciones que experimenté en cada una de esas escapadas a otras realidades. Siempre me sorprendió la vida con cada detalle, con cada pieza de un maravilloso rompecabezas que se fue armando con delicadeza para hacerme entender algo, para hacerme crecer. Hoy comprendo que de eso precisamente está conformada la vida, de detalles a los que necesitamos prestar atención para comprender la magia de nuestra existencia.

Al principio me sorprendí con un conjunto de "casualidades" maravillosas en mi camino, cómo cada ruta, cada país, cada hogar donde me acogieron y sobre todo cada persona que conocí eran parte indispensable de la historia, me asombré al ver que sin mucho esfuerzo siempre todo funcionó para mí. Debo admitir que muchas veces tuve miedo, miedo por todas esas historias sobre mujeres ultrajadas en este mundo, porque desde siempre se me dijo que por ser mujer soy vulnerable, que por ser mujer corría el peligro que quizás un hombre no correría. ¿Pero saben qué? Enfrenté mis miedos, me subí a camiones, aviones, trenes y barcos sola, con la entera confianza de que todo estaría bien y así fue, los temores se desvanecieron y yo tuve vivencias fascinantes.

Después de escribir mi libro, le pedí a mi pareja que lo leyera, quería saber si se sentía incómodo con alguna de las historias que dan cortos detalles sobre mi sexualidad, sobre fantasías y amoríos durante el viaje, él simplemente lo leyó y dijo, "tú decides lo que deseas que lean de tí". Eso me hizo mucho pensar, ahora en lugar de preocuparme por haber escrito pequeños detalles de experiencias sexuales durante el viaje, concluyo que más bien me hizo falta escribir un poco más, sobre todo porque mucho de lo que tuve que cuestionar en mi viaje es esa idea de sexualidad que se me inculcó desde pequeña.

Al menos puedo decir que escribí los detalles que para mí fueron importantes, hay personajes que decidí no mencionar en el libro porque no llegó la inspiración para trazar esas historias, pero también hay figuras del libro con quiénes tuve experiencias fugaces y que me dieron tanto para redactar. Estoy segura de que sí anoté las historias que me hicieron modificar comportamientos que me forzaban a dejar de ser lo que realmente soy, detalles que me ayudaron a aceptar lo que realmente siento y sobre todo re-des-cubrir mi verdadera esencia.

Sincerarme en lo que soy y aceptarlo con amor y sin juicios es para mí uno de mis grandes objetivos en la vida.

De eso trata mucho mi libro, de cuestionar, de cuestionar este mundo, la manera en que vivimos, la manera en que nos relacionamos, la manera en que vemos la vida a causa de todas esas reglas legales o morales que alguien decidió para nosotros. Yo sólo espero un poco de empatía y por favor, mucho amor cuando me encuentren entre mis letras. Quizás también puedan encontrar un poco de ustedes mismos en lo que yo describo.

Muchas gracias.


lunes, 12 de diciembre de 2016

La muerte


Estoy por fin de vuelta en casa, en mi pueblo bendito, con una tranquilidad que sólo se encuentra en la casa de cada uno. Aquí pareciera que pasa lo mismo todo el tiempo, la vida no cambia, pasa el del gas, el que vende tamales, el que anuncia con su carro para el pueblo. Además llegué en tiempo de fiestas, mismas que desde que tengo memoria son idénticas en lo que presentan cada vez, pero no me molesta cada que asisto lo disfruto como si fuera la primera vez. Cada detalle de cotidianidad es lo que le da ese toque mágico a mi pueblo.

Pero dentro de toda la cotidianidad que se repite como espiral está también lo que se va para siempre de la forma física conocida, personajes del pueblo de los que tenemos que despedirnos para siempre y de quiénes sólo quedará el recuerdo en nuestras memorias. El día de ayer falleció una señora amiga de mi familia que era nuestra vecina. Sentí mucha nostalgia, la recordé alegre en cada fiesta que nos acompañó, siempre servicial, la recuerdo también tejiendo con mi mamá  y sobre todo no se van de mi memoria aquellos días en que venía a mi casa la tarde entera a "espulgar" mi cabeza y quitarme los piojos que muy seguido me pegaban en la primaria.

Comenzó el extraño ritual de fallecimiento que se da en mi país, poner el cuerpo que ya ha sido abandonado por el alma en una cara caja donde pasará a descomponerse, lo triste es que al descomponerse de ese costoso ataúd, ni siquiera habrá posibilidad de que los restos se integren de nuevo a la naturaleza.

En la India los cuerpos se queman en el río y luego las cenizas se diluyen con el mar. Más aún en el Tíbet, el cuerpo de un fallecido es llevado a la montaña para que sea ingerido por las aves. Eso seguramente sonaría trágico para las personas acostumbradas a la protección absurda del cuerpo, pero en realidad si lo vemos de otra manera es hermoso pensar permitir al cuerpo degradarse y aprovecharse en la naturaleza. Como expresa la tercera ley de la termodinámica "la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma" en mi opinión sería más digno morir y permitir al cuerpo fusionarse de nuevo con la tierra. Por eso, esa idea de plantar un árbol y usar los restos casi como composta me parece la más maravillosa.

La palabra "muerte" puede causar escalofríos hasta al más valiente, es considerada la mayor tragedia de la humanidad, pero de igual manera, podría ser visto de una manera distinta. Para los Kabbalistas por ejemplo, el día más importante para un ser humano es el día de su muerte, no el del nacimiento como normalmente celebraríamos, ese día no representa más que el comienzo de un ciclo que aún no logramos desarrollar, en cambio la muerte, representa el fin de una vuelta de vida, de nuevos conocimientos, de evolución del alma y por eso, el día de la muerte es el día más especial.

Así lo veo, la muerte como la salida del alma de esta realidad, definitivamente no como algo malo, sino como un descanso para el alma para prepararse para la siguiente encarnación.
Por todo esto, no me gusta ir a los funerales, prefiero encontrar a mis allegados después de su pérdida y siempre les digo también esa frase trillada que para mí tiene tanto sentido, "ya descansa en paz", porque así es, un funeral debería más bien ser una celebración sagrada donde se celebre al que se ha ido por haber cumplido su tiempo en esta tierra.

Sería magnífico cambiar la manera de experimentar la muerte, sin temor, como un despertar donde recordamos que la vida aquí es una ilusión en la que nos sometemos a reglas universales para evolucionar espiritualmente, la muerte llega cuando tiene que llegar, sin prisa pero sin calma. No hay que temerle, tampoco intentar huir de ella.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Lo duro de viajar


Viajar es maravilloso, uno encuentra lugares hermosos, se degustan deliciosas comidas se conoce gente maravillosa pero, como todo en este mundo, el viajar tiene también su lado oscuro, situaciones desagradables, difíciles que toca enfrentar sino con la misma felicidad por lo menos con mucha paciencia.

Nuestra gran tragedia comenzó en nuestros últimos días de viaje, cuando me di cuenta de que nuestra visa expiraba el día 27 de noviembre y nuestro vuelo de salida era el 30 de noviembre, tres días después. Cuatro días antes de la fecha nos dimos cuenta, al día siguiente llamé por teléfono a la embajada y me dijeron “tendrás que pagar una multa de 5,400 rupees (80 dólares) por persona. No me gustó la idea pero no tenía mucha opción, adelantar los vuelos costaba 300 dólares por persona así que consideré más viable que pagáramos la multa y no el cambio de vuelos, además pensé que podría discutir sobre la cantidad de días de permiso para que no nos dieran multa, ingenua, creyéndome que puedo alegar algo la gente de migración.

La noche del 25 de noviembre tomamos un camión rumbo a Mumbai, llegamos el 26 por la mañana y nos dirigimos a buscar un hotel para pasar la noche antes de nuestro vuelo del día siguiente, para nuestra sorpresa, ningún hotel podía aceptarnos con una visa expirada por lo que sin más opción nos fuimos directamente a el aeropuerto, tendríamos que esperar casi 24 horas ahí por nuestro vuelo, sin quejarnos lo hicimos. Quisimos hablar con migración desde esa hora pero no se nos permitía ingresar a esa área hasta tres horas antes de nuestro vuelo y no hubo manera de convencer a los guardias de dejarnos pasar.

Tuvimos que pasarla afuera ofreciendo con nuestra sangre un manjar para los mosquitos, cuando por fin se llegó la hora de entrar al aeropuerto intentamos registrarnos para nuestro vuelo, el empleado de la aerolínea estuvo por un rato intentando imprimir nuestros boletos cuando por fin pudo hacerlo se dio cuenta de que algo estaba mal, entonces justo en frente de mí, rompió los boletos y me dijo “lo siento ustedes no pueden viajar”. 

Al principio no podía creerlo, no sabía qué íbamos a hacer, cómo no iban a dejarnos ir, quiénes eran ellos para impedirme irme con mi familia, quería golpear a todos y cruzar las puertas y montarme al avión pero no podía. Había violado sus leyes de espacio y de tiempo, esas absurdas fronteras que nos han impuesto a los seres humanos las gentes de los altos puestos, sentí mucha frustración y hasta un poco de miedo, me sentí una hormiguita, un pequeño insecto que podía ser pisoteado sin piedad en cualquier momento. Pasé un buen rato tratando en vano de convencer a las personas de la aerolínea pero ni siquiera me permitieron hablar con alguien de migración. No había de otra, teníamos que irnos del aeropuerto, nos indicaron que tendríamos que ir a las oficinas para extranjeros a pedir un permiso de salida.

Salimos del aeropuerto a las 4:30 am, yo me sentía frustrada e impotente, caminaba como zombi al lado de mi familia. Mi hija alegre como siempre pero comenzando con una tos que hacía que mi preocupación se incrementara. Al menos tenía a mi pareja, un pilar, él no hacía más que recordarme que todo estaría bien, que todo se resolvería pronto y que procurara no estresarme demasiado. Su tranquilidad me calmaba un poco. Decidimos juntos que iríamos a descansar y luego iríamos a las oficinas a resolver el problema.  Le expliqué a un taxista la situación y prometió llevarnos a una casa de huéspedes donde podríamos quedarnos aún con el problema de la visa. Llegamos al lugar, yo volví a explicar lo de las visas, nos pasaron al cuarto, acosté a mi bebé en la cama y me acomodé también para dormir, estábamos apenas conciliando el sueño cuando vinieron a tocar a nuestro cuarto para pedirnos que nos fuéramos porque no podían hospedarnos con la visa vencida, según parece nunca comprendieron lo que les habíamos explicado varias veces. Tuvimos que irnos, ya casi no teníamos efectivo así que tuvimos que regresar al aeropuerto a sacar dinero del cajero y luego nos dirigimos a las famosas oficinas para extranjeros.

Ahí se nos dio un buen trato por lo menos, tuvimos que llenar papeles, y se nos indicó que tendríamos que pagar la multa que ya me habían mencionado, un total de 16,200 rupees más o menos 270 dólares el problema ahí era que estúpidamente en esas oficinas no podían recibir el pago con tarjeta por lo que teníamos que entregar el dinero en efectivo y ahí radicaba el verdadero lío,  en India hace un par de semanas comenzó un movimiento del gobierno para sacar el dinero negro del mercado así que se cambiaron los billetes de 500 y 1000 rupees sin embargo todo este movimiento no se preparó debidamente y desde el día del cambio nunca hubo suficiente dinero en los cajeros automáticos por lo que desde entonces se permitía sacar únicamente 2,000 rupees por día. Para  mí como turista eso era una burla, sobre todo porque si quería pagar una multa de 16,200 rupees tendría que pasar una semana entera sacando dinero del cajero cada día sin gastar un centavo para completar el pago.

Se me avisó que tendría que volver al día siguiente con los pasaportes, una nueva reservación y el dinero de la multa para que se me otorgaran los permisos de salida, llegué muy temprano a hablar con el encargado de mi caso que con una gran sonrisa me dijo “vuelve aquí a las tres de la tarde con el dinero mientras yo preparo tu visa” y cuando intenté explicar la situación diciendo “tu gobierno no me permite sacar más que 2,000 rupees por día, ¿cómo voy a conseguir 16,000 en efectivo?” él simplemente sonrió y encogió sus hombros. Yo ya tenía una nueva costosa reservación que podía perder si no conseguí ese dinero en efectivo, una vez más me frustré. Me senté en el sillón, cerré mis ojos y en lugar de llorar conversé con Dios, “yo creo que ya me jodiste suficiente por ahora, ya no tengo ganas de lidiar con más, si quieres que siga creyendo en ti ayúdame ya o me vuelvo atea”.  Un segundo después una mujer tocó mi rodilla, “¿eres mexicana? Qué tal yo soy Natalia, ayudo a amigos con dificultades con la visa, avísame si necesitas ayuda”  No me sorprendió la rapidez de atención al llamado de Dios. 

Me entregó su tarjeta que decía "Conecting global minds" le expliqué la situación a detalle, ella con una sonrisa me dijo, “tienes suerte de que traje mi chequera, no te preocupes yo te voy a ayudar”. Pagó con su chequera 16,200 rupees 250 dólares aproximadamente, confiando completamente en que yo lo pagaría después del trámite, a partir de ahí todo fue fácil y rápido, dos horas tarde tenían nuestros pasaportes sellados y permisos de salida.
Esa misma tarde compramos boletos de vuelta “de último minuto” desde la India, obviamente valían diamantes por “sólo ida”. En ese momento no veía números, veía mi pueblo, mi casa donde ansiaba estar. Sentía que no llegaba, estaba un presente que no me gustaba y que parecía eterno, lo bueno es que nunca es así, que siempre detrás de eso viene un "presente" de otro color, uno de tranquilidad, así es la vida, una clase de entretenido aprendizaje con un poco de todo para hacernos crecer.

 Ya estamos en casa, y no importa nada más que eso, quizás así vaya comprendiendo de una vez y por todas que de todo lo que busco donde sea, también lo tengo en mi propia casa.


Como dice mi chamán, “Aquí tienes tu tibet”